miércoles, 5 de noviembre de 2014

Dibujar también sirve para fijar emociones.


Llevo mucho tiempo que no publico nada en este blog. Eso no se bebe a que haya estado ausente de la actividad de dibujar o pintar, tampoco es porque haya dejado de ver y observar, ni porque ya no sienta lo que me apetece del mundo y lo que rechazo. Quizás sea porque he visto, observado y sentido sin descanso, sin el descanso necesario como para parar un poco y plantearse acometer la mecánica labor de fotografiar los dibujos, descargarlos y subirlos al blog. Hay veces que vivir te roba tanto tiempo que te impide parar a reflexionar.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el dibujo? No entiendo el dibujo como algo desconectado de la vida. Cada vez estoy más próximo de aquellos que dicen que en el dibujo debe de haber verdad, ser reflejo de lo que se siente ante la escena, con lo que se impregna del momento por el que se atraviesa. No entenderlo como un mero ejercicio mecánico, bien compuesto y técnicamente perfecto. Si no se siente dibujando difícilmente se puede trasmitir alguna emoción.

Con estas ideas que expreso, y que me surgen sin demasiada reflexión, no quiero dar a entender que todo esto sea lo que he alcanzado durante este tiempo, tal vez sea lo que pretenda alcanzar.
Los sentimientos, y los actos se pueden controlar, limitar, hay veces que incluso esconder. Se esconden por pudor o porque queremos ocultarnos de los demás. Y esto hace que los dibujos pierdan espontaneidad. Las cosas no son lo que son de una manera absoluta, son como las vemos, como las percibimos. Hay un proceso, en la construcción del concepto, que pasa por nosotros.

Sea como sea, la cuestión es que hoy me gustaría alcanzar ese nivel de frescura en el dibujo, que expresara cosas por sí mismo, más allá de constituir una mera representación de lo dibujado. Pero, para conseguirlo, necesitaré rellenar alguna que otra decena de cuadernos y siempre que mantenga el objetivo, y no lo abandone porque me surja otra visión del dibujo o de la pintura. Por cierto, en ocasiones no acabo de distinguir la línea de separación entre uno y otra, pero esto es algo que no me preocupa.

Parte de culpa de todo esto, en estos momentos, la tiene el curso de “De Vuelta con el Cuaderno” de este pasado verano, que organizó, como siempre, Clara Marta. Cuando las cosas son verdad, se trasmite alma, o se alimenta que viene a tener el mismo resultado. En estos ambientes se producen contagios, lástima que estos no lleguen a alcanzar la magnitud de epidemia, cuestión de tiempo.

No sé nada, mañana puede que piense lo contrario, aunque, si lo escribo, no podré decir que no lo he dicho.

Aquí van algunos bocetos de esta última época.










 

No hay comentarios: