LA NUEVA RELIGIÓN
¿De dónde venimos?
¿Qué somos? ¿A dónde vamos? Hay preguntas que no tienen
respuesta. ¿Pero el hecho de que no las tengan es suficiente para
justificar que cualquier camino vale? ¿Qué valores sostienen los
caminos que nos propone nuestra sociedad? ¿El hecho de no tener
respuestas es razón suficiente para no plantearse estas preguntas?
Todo esto ha surgido por
haberme atrevido a ojear un libro de pintura y haberme encontrado con
el cuadro de Gauguin que todos conocemos, quién me manda a mí
ponerme a ver estas cosas en vez de haber elegido a Andy Warhol o a
participar del espíritu navideño. Pero en lugar de esto, o por
esto, me han asaltado estas cuestiones.
Estamos en Navidad y, si
seguimos la corriente, en estos momentos hay que tener lo que se da
en llamar “el espíritu de la Navidad”, o sea que hay que
entregarse a esa especie de histeria colectiva, celebrar comidas con
todo el que te rodea, preparar otras con la familia, en su acepción
más amplia, que, por cierto, si tenéis suerte la cosa puede tener
un pase pero, si el famoso monopolizador del ambiente de grupo es un
plasta, se te indigestan los langostinos.
En Semana Santa es el
espíritu religioso el que hay que sacar a pasear. En primavera hay
que dejar rienda suelta al espíritu expansivo y, no te preocupes, ya
se encargará alguien en recordarnos que “ya es primavera”
incluso antes de que lo sea. En verano hay que divertirse cambiando
de lugar (playa y/o viajar a remotos países), aquí ya el “espíritu”
está que se sale, ah! y tener “amores” de verano (nótese que
amores viene, también, entre comillas). Para todo esto habrá que
haberse preparado el cuerpo, haberse pertrechado de ropa y otros
artilugios que resalten nuestras gracias físicas que la ocasión lo
requiere. Y en otoño... en otoño entretente como puedas y para
ello hay numerosas ofertas, cursos de idiomas, talleres ocupacionales
de lo más diverso... Si todo esto aún no te sirve, también podemos
encontrar toda suerte de coleccionables en los quioscos o, más de
actualidad, seguro que aparece una aplicación estupenda para el
móvil que te permite gestionar tus compras por Internet o saber la
temperatura de tu trasero para ver si te interesa arrimarte a la mesa
de camilla o no, que ya mismo se acerca el momento de buscar algo de
calorcito. Hay incluso propuestas de grupos de meditación pero, eso
sí, sin meditar, aprende a dejar la mente en blanco que hay que
dejarla preparada para recibir los mensajes que nos suministrarán
dentro de poco. Limítate a intentar saciar tus necesidades, ¡tú
eres lo importante!, el centro del mundo, por lo tanto, limítate a
satisfacer tus instintos.
Parece que en todo hay
un denominador común, un mensaje que se repite, ¡consume! Todo es
consumible y, por tanto, perecedero. No hay nada de trascendente en
ninguna cosa bajo la óptica de la nueva religión, la felicidad está
en lo que se te dice, lo único importante es tu ombligo. Intentar
mirar y alimentar el espíritu es un rollo, lo único que consigues
es calentarte la cabeza, ¡qué rollo! Compromisos... otro rollo,
¡compromisos ninguno! Tienes que ser libre y hacer lo que te plazca
que ya se te irá diciendo qué es. El único compromiso posible es
con el sistema, y relájate, él te dirá qué tienes que hacer para
ser feliz. Todo es momentáneo, fugaz, todo tiene fecha de caducidad
y, además, es corta ¡Vive la vida!
Sí, dije Andy Warhol,
porque si me plantease elegir alguna propuesta del CAAC, podría
correr el riesgo de sufrir peores efectos secundarios.
Algunas acuarelas recientes.